-¿Cómo es un atardecer?
Esta sencilla pregunta derrumbaría, con la misma facilidad con la que cae un castillo de naipes, mi particular fortaleza de conceptos adquiridos durante toda mi vida y mi especial forma de ver la vida. Y es que entonces descubrí que somos muy ignorantes cuando creemos saberlo casi todo.
La preguntita en cuestión la lanzó Carmen, una morenaza de veinticinco años, participante, como yo, en un cursillo para educadores con ciertas peculiaridades, ya que todos éramos lo que se denomina, con ridículo eufemismo, discapacitados. Aunque aquella era una buena colección de inválidos, palabreja ésta bastante más peyorativa, donde no faltaba casi ninguna de las bromitas con que la Madre Naturaleza adereza de vez en cuando a sus retoños, pues allí nos encontrábamos reunidos el más amplio espectro de gamas y grados conocido, en un intento de estudiar algunos de los nuevos métodos que favorecieran nuestro trabajo de comunicación, tarea, en verdad, harto difícil incluso siendo un compendio de perfecciones.
Y ocurrió que aquel día la ponente de turno, una señora que simplemente tenía que apoyarse en un bastón para caminar, nos propuso el sugerente tema de los primeros pasos del aprendizaje, aquellos que son conducidos por las más primarias percepciones sensoriales del niño, pero que serán de gran importancia para su posterior desarrollo ya que es el momento en que se despliegan las capacidades más básicas: erguirse, caminar, hablar… A más de uno de los asistentes se les puso un nudo en la garganta cuando nos lo planteó de la siguiente manera:
-Imaginaos que todos acabamos de ser madres y padres… ¿Cómo podemos enseñarles a nuestros hijos estas funciones tan básicas con nuestras discapacidades?
-Hay situaciones en las que nuestra discapacidad no tiene demasiada importancia – aduje yo rápidamente con mi característico aplomo y seguridad, - pues aunque yo no pueda caminar eso no quiere decir que mis hijos no sean capaces de hacerlo, eso es una capacidad innata y los niños lo harán por sí mismos.
-¿Aunque tú no puedas levantarlos de suelo cada vez que se caigan?... – preguntó otro de los presentes.
-Bueno, siempre habrá alguien que les ayude…
-Claro… siempre habrá otras personas…
Y todos guardamos silencio durante unos eternos segundos.
Entonces Juan, un muchacho sordomudo quien había venido acompañado de su hermana como traductora, comenzó a realizar diversos movimientos y complicados gestos con sus manos que ella nos iba transcribiendo al idioma de los sonidos:
-No dudo que tu hijo llegue a caminar aunque tú no puedas, pero ¿cómo le enseño a hablar yo al mío?...
Ante esta complicada cuestión las miradas comenzaron a divagar por los techos y paredes. Pero él continuó:
-Seguramente él será educado por mis padres o mis hermanos, incluso por los vecinos, pero yo no podré comunicarme con él hasta que sea lo suficientemente mayor para que aprenda mi código de signos, ¿pero no será entonces demasiado tarde para enseñarle mis conceptos sobre la vida, sobre la moral, demasiado tarde para hacerle saber mis sentimientos, mis esperanzas o mis miedos?...
No había suficientes techos ni paredes donde poder escapar.
-Pero puedes darle amor y eso ya es mucho – dijo alguien con timidez.
-Pero no es suficiente porque eso no le permitirá comunicarse conmigo – respondió él.
-Eso no es cierto.
Todos nos volvimos hacia la voz femenina que soltó aquellas palabras y descubrimos a Carmen, quien, si no había pasado desapercibida gracias a su físico agraciado, era ésta la primera vez que habíamos escuchado su voz.
-Explícate – pidió la moderadora.
-El amor abre muchas puertas – respondió ella.
-Puede ser, pero yo pienso igual que Juan, - se escuchó por las últimas filas, - hay conceptos, habilidades o disciplinas cuya enseñanza es muy complicada a causa de nuestras discapacidades.
-Siempre es complicado enseñar aunque no tengas ninguna discapacidad física, pero lo peor es no darse cuenta de nuestras otras capacidades que vamos olvidando hasta perderlas, hasta que nos volvemos insensibles y nos convertirnos en simples máquinas.
-Eso es muy filosófico y poco práctico – afirmó mi vecino de la izquierda.
Carmen no volvió la cabeza siempre fija al frente, pero la bajó un poco y se encogió de hombros.
-¿Pero de verdad crees que si nuestros padres y la gente que nos ha rodeado durante nuestras vidas hubieran sido solamente prácticos nosotros estaríamos ahora aquí? – disparó con voz sosegada. - ¿Crees que Anne Sullivan hubiera conseguido que Helen Keller llegase a ser quien fue si hubiera pensado de forma práctica?...
Y aquello fue un cañonazo y nadie parecía querer volver a hablar. Y entonces la soltó:
-¿Cómo es un atardecer?
-¿Qué quieres decir? – pregunté.
-Nada, sencillamente quiero que alguien me explique cómo es un atardecer.
-¡Ah, bueno! – exclamé dispuesto a dar rienda suelta a mi verborrea poética. – Hay diferentes atardeceres dependiendo de diversos factores, los hay rojos…
-Te recuerdo que soy ciega de nacimiento – cortó mi explicación.
“¡Qué estúpido soy! – pensé.”
-¿Cómo es el color rojo?
“¡La verdad que soy idiota! – volví a lacerarme. – A ver cómo le explico a una mujer ciega de nacimiento un color.”
Ella se puso en pie y se acercó hasta mí sin tropezar con nada ni con nadie, cuando se detuvo a mi lado me preguntó:
-Tú utilizas una silla de ruedas, ¿no?
-Sí – respondí, - desde pequeño.
-Si quieres yo luego te explico cómo es andar o correr, pero primero ¿podrías explicarme cómo es un atardecer?
Simplemente emití un leve carraspeo.
-Debería ser fácil para ti, ¿no escribes poesía?
Y yo, como un imbécil, afirmé con la cabeza, pero ella lo intuyó.
-Entonces saca todas tus combinaciones de metáforas y metonimias y todo eso que utilizáis los escritores y explícame cómo es un atardecer de forma que lo pueda entender.
Y tras pensarlo detenidamente un rato, respondí:
-No puedo.
Ella sonrió. Se arrodilló frente a mí y me acarició el rostro.
-Siempre se puede, cariño, siempre se puede. ¿Quieres que te lo explique yo?
Y volví a afirmar con la cabeza como un niño acongojado. Ella se incorporó y clavó su mirada en un punto indefinido.
-En el atardecer nuestros sentidos se despiden de la luz y eso se percibe. Si el día ha sido azul, los pájaros le dicen adiós con sus trinos y sus revoloteos, pero si ha sido gris, sólo hay silencio y el día muere en soledad, como en un atardecer de invierno donde sólo te acompañan los recuerdos. Si el atardecer es luminosamente dorado, se percibe la última caricia tibia del sol en la piel y, si es realmente precioso, lo notaré en la leve presión de la mano de mi novio y en sus silencios, como cuando me regaló el anillo de pedida y no le salían las palabras, claro que era de oro porque con la plata todo es más sencillo. Si es un atardecer otoñal, el viento despeina apasionadamente mis cabellos, porque el rojo es el color de la pasión, ¿no es así?, y todo lo arrasa, todo lo revuelve… pero puede ser un atardecer rosado o violeta, como los de esas tardes de primavera en las que te arropas en unos brazos cálidos mientras, según me dice, pequeños cúmulos de algodón deshilachado navegan sobre nuestras cabezas… Y no, no, no depende de nuestro estado de ánimo, cada tipo de atardecer es siempre igual y nuestros sentidos lo saben, lo recuerdan porque nosotros formamos parte de la misma esencia de la que están fabricadas las nubes, el viento, las aves o el mismo sol. Sin embargo, como pretendemos ser simplemente prácticos y poco filosóficos, nos olvidamos de que muchas respuestas a tantas preguntas están en nosotros mismos y que, a pesar de que no podamos andar, ni hablar, ni oír, ni ver, siempre encontraremos la manera de comunicarnos con los demás y decirles lo que sentimos, lo que pensamos y lo que sabemos y, sobre todo, si lo hacemos con amor y el amor abre todas las puertas y derrumba todos los muros, y yo te aseguro, Juan, que tú le harás saber a tu hijo todo lo que sientes y todo lo que sabes porque encontrarás la manera de hacerlo, porque pondrás todo tu empeño en ello, y tú – me señaló con el dedo sin errar - al tuyo le mostrarás que un paso va detrás del otro y yo le contaré al mío cómo era el atardecer en que me enamoré de su padre. Siempre es tiempo de aprender o de recordar lo que la vida nos dio como impronta: la capacidad de tomar aquello que nos es dado.
Después de aquello decidí dejar de escribir poesía y dedicarme a contar cuentos…
¡Qué ciegos estamos los que podemos ver!
Ancrugon
“La comunicación no debe entenderse como un intercambio de información, sino como una construcción paralela de información entre dos individuos que se comunican”.
Wilhelm Rotthaus, ¿Para qué educar?
2.1.- EL CÓDIGO: VERBAL Y NO VERBAL
2.1.1.- Indica las referencias a códigos no verbales que aparecen en el texto.
2.1.2.- Señala otros códigos no verbales que se utilicen habitualmente.
2.2.- FUNCIONES DEL LENGUAJE
F. representativa o referencial: para trasmitir una información objetiva sobre acciones, hechos, ideas…
F. conativa o apelativa: para apelar a la atención del receptor, bien para influir en su comportamiento o para convencerlo de algo.
F. expresiva o emotiva: para expresar sentimientos u opiniones personales.
2.2.1.- Señala y copia del texto oraciones que ejemplifiquen la función representativa, conativa y expresiva. Identifica en ellas la actitud o intención del hablante.
2.3.- MODALIDADES ORACIONALES
M. enunciativa: informan sobre un hecho objetivo. Tipos: afirmativas y negativas.
M. exclamativa: expresan emociones del hablante.
M. interrogativa: formulan preguntas. Tipos: directas e indirectas; totales y parciales.
2.3.1.- Señala y copia del texto oraciones que ejemplifiquen la modalidad enunciativa, exclamativa e interrogativa. Identifica la actitud e intención del hablante en ellas.
2.3.2.- Transforma en estilo directo el cuarto párrafo del texto, utilizando el diálogo.
2.3.3.- Transforma en estilo indirecto los párrafos 5º, 6º, 7º y 8º del texto, utilizando la narración.
2.3.4.- Observa e indica los cambios producidos en las modalidades oracionales en la transformación de estilo directo a indirecto.
3.1.- Analiza las unidades léxicas de las siguientes palabras (lexemas y morfemas) e indica la clase de palabra a la que pertenece (simple, derivada o compuesta): discapacitados, preguntita, sordomudo, cañonazo, ciegos.
3.2.- Indica el sentido que transmiten los diminutivos en “preguntita” y “bromitas”.
Un eufemismo es una palabra o expresión políticamente aceptable que sustituye a otra palabra (tabú) que puede considerarse ofensiva o peyorativa. Supone un desplazamiento en el significado de la palabra, a la que se añaden connotaciones. Puede tener intención poética o cómica (como es el caso del uso de “enemigo de lo ajeno” por “ladrón”); puede pretender evitar palabras consideradas inadecuadas en un contexto (como el uso de “recinto penitenciario” por “cárcel”); puede responder a la subjetividad del hablante (como el uso de “nos ha dejado” por “ha muerto”), o puede ser utilizado como instrumento de manipulación en las falacias argumentativas (como el uso de “regulación financiera” por “amnistía fiscal”).
4.1.- Busca y copia dos palabras del relato que pertenezcan a la misma familia léxica que “discapacitados”.
4.2.- Copia un sinónimo de “discapacitado” que aparezca en el relato.
4.3.- Indica otros eufemismos que se utilicen habitualmente.
4.4.- Busca un sinónimo de “capacidades” que aparezca en el texto.
4.5.- Sustituye los adjetivos del segundo párrafo del texto por sinónimos adecuados al contexto. Y señala también los antónimos correspondientes.
4.6.- Localiza en el texto y copia palabras que pertenezcan al campo semántico de “aprendizaje”.
4.7.- Después de leer el cuento de El sueño del sultán redacta con tus propias palabras la función o finalidad de los eufemismos.
5.1.- Después de analizar la estructura del SN busca en el relato ejemplos.
(Consulta y repasa los determinantes: En Aguas de la Palabra, sección de Teoría)
6.1.- Identifica en el texto las siguientes figuras retóricas, y copia el ejemplo: comparación, metáfora, hipérbole, oxímoron y personificación.
(Consulta en el apéndice de Invitación a la poesía española de la editorial Sansy las definiciones de estas figuras retóricas).
6.2.- La figura retórica de la sinestesia se define como aquélla en la que las sensaciones percibidas son mostradas por sentidos que no les corresponden. En el relato, Carmen describe el atardecer de forma sinestésica. Indica los sentidos que utiliza Carmen para percibir cada uno de los colores del atardecer.
6.3.- Redacta un texto literario (mínimo de 100 palabras) en el que expliques a una persona sordomuda cómo es la música y la diversidad de melodías que existen.
7.1.- Busca información sobre Anne Sullivan y Helen Keller y redacta un resumen sobre la relación que mantuvieron. (Mínimo de 150 palabras)
"Lírica en transversal" es un proyecto educativo sistémico para la Enseñanza Secundaria. El engranaje es la asignatura de Lengua Castellana y Literatura, que nos ofrece los mapas del camino y, de la mano de la lírica, nos adentra en la búsqueda de encuentro entre la educación y la enseñanza, integrando lo curricular con lo transversal.
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