Las cosas no siempre son
lo que parecen porque, en muchas ocasiones, esconden alguna sorpresa dentro de sí mismas y se muestran muy diferentes a como nosotros creemos verlas. Eso fue, o es, o será, el Caballo de Troya, pues
haber se supone que hubo uno conocido, pero su significado puede aplicarse a multitud de conceptos…
La historia es la
siguiente: Homero, el famoso aedo de la Grecia antigua, en su poema épico la Odisea, nos relata que, debido al desgaste que la larga duración de la guerra estaba infringiendo en los ejércitos aliados
de Grecia que sitiaban durante nueve largos años la bien fortificada ciudad de Troya sin poder tomarla y la desmoralización que se abatía sobre ellos, sobre todo tras la muerte de su guerrero más
famoso, Aquiles, decidieron cambiar de estrategia.
La idea llegó del adivino
Calcante, quien un día observó como una paloma era perseguida por un halcón y ésta se cobijó en una grieta de la roca donde el ave de rapiña no podía darle caza. El halcón esperó durante un rato a
que saliese la paloma, pero, como ésta tardaba, fingió que se marchaba escondiéndose en otro lugar un poco más alejado. La confiada ave se decidió a salir de su refugio lo que aprovechó el halcón
para caer sobre ella.
Así pues, Odiseo, tras
meditarlo bastante, ordenó construir un caballo de madera lo suficientemente grande para que pudieran ocultarse en su interior un grupo de sus mejores guerreros. El caballo era enorme, como podréis
comprender, y en su lado derecho tenía una escotilla, o puerta, camuflada por donde los hombres podían entrar y salir, mientras que en el flanco izquierdo mandó grabar la siguiente frase: “Con la
agradecida esperanza de un retorno seguro a sus casas después de una ausencia de nueve años, los griegos dedican esta ofrenda a Atenea”. Y el grueso del ejército embarco en sus naves y
desplegaron las velas para alejarse de la costa.
Los troyanos, desde sus
torres y murallas, contemplaron toda la retirada del enemigo con gran alborozo y comprobaron que únicamente habían dejado un gran caballo de madera en honor de la diosa Atenea de aspecto
aparentemente inofensivo, así que salieron a la playa y lo arrastraron hasta el interior de su ciudad, debiendo derribar parte de la puerta a causa de su gran tamaño. Una vez dentro celebraron la
supuesta victoria con ofrendas a los dioses y un suculento festín y música y bailes. Ya entrada la noche, con todos los defensores dormidos, la escotilla se abrió y salieron los guerreros escondidos
quienes abrieron todas las puertas de las murallas, mientras que la flota, amparada en la oscuridad nocturna, volvía a la playa y en silencio desembarcaba el ejército y tomaba la ciudad sin ninguna
resistencia destruyéndola por completo…
Cierto que esta historia
nos habla de un engaño, pero también puede referirse, como podréis comprobar, a los diferentes contenidos que las cosas pueden poseer y, como nosotros queremos hablaros de las palabras y sus
significados, este relato nos viene al pelo porque las palabras son como pequeños caballos de Troya que contienen también diferentes guerreros en su interior: los significados, que podríamos
separarlos en dos grupos: los que las definen de forma objetiva, es decir, aquellos que nos dicen cómo son realmente, llamados denotativos, y los otros, los que las deforman para utilizarlas en otros
contextos que no les son propios gracias a la subjetividad, o diferentes formas de ver las cosas, de las personas que las utilizan, o sea, los significados connotativos.
Pero la diferencia con el
otro Caballo de Troya es que estos otros guerreros son pacíficos y simplemente quieren conquistarnos con la magia de la imaginación.
Ancrugon
CAMPOS SEMÁNTICOS PARA LA DESCRIPCIÓN DE PERSONAS: RETRATO
Como hemos trabajado
en la lectura de “El hueco” la descripción de personas podemos hacerla a partir de lo que nos cuentan de ella o de lo que ella misma piensa (y dice) o actúa.
A continuación
enumeramos un listado de partes del cuerpo para hacer la descripción física: prosopografía, y los adjetivos que pueden describirlas. En primer lugar están los adjetivos objetivos y después aparecen
algunos ejemplos de adjetivos subjetivos.
Actividad 1:
Completa el listado de adjetivos subjetivos añadiendo al menos tres
más.
Cara: ancha, rolliza, amplia, cuadrada, chupada, fina, larga, llana, delgada, redonda, curtida, seca…
Afligida, ascética, desconfiada, dulce, dura,
confiada, endurecida, expresiva, franca, fresca, impenetrable, inexpresiva, inteligente, jovial, salvaje, serena, severa, simpática, tranquila…
Frente: amplia, arrugada, baja, estrecha, lisa, abombada…
Inteligente…
Ojos: azulados, negros, grises, marrones, verdes, redondos, bajos, lagrimosos…
Despiertos, ausentes, concentrados, duros,
movedizos, fugitivos, impenetrables, inexpresivos, intensos, maliciosos, muertos, nerviosos, serenos, soñadores, tiernos, turbios, tristes, vivos, pícaros…
Nariz: aguileña, chata, amplia, redonda, fina, larga, puntiaguda, recta, torcida…
Boca: fina,
grande, pequeña, redonda, torcida…
Fresca, dura, besucona,
habladora…
Cuello: corto, fino, grueso, largo…
Elegante…
Dientes: alineados, blancos, amarillentos, torcidos…
Mejillas: rollizas, caídas, deshinchadas, hinchadas, redondas, rudas,
suaves, blandas, rojas, chupadas, sonrosadas…
Labios: blanquecinos, estrechos, finos, grandes, delgados…
Herméticos, voluptuosos,
sensuales…
Pestañas: espesas, largas, negras, claras, rizadas…
Cejas: arqueadas, espesas, gruesas, juntas, delgadas, separadas…
Cabellos: brillantes, sucios, castaños, rubios, pelirrojos, morenos, finos, sedosos, lisos, ondulados, rizados, recogidos, desordenados, ásperos…
Abandonados…
Manos: ágiles, blancas, cálidas, rugosas, delicadas, finas, grandes, gruesas, torpes, jóvenes…
Torpes, firmes, rudas,
sensibles…
Piernas: delgadas, gruesas, enclenques, flacas, fuertes, secas, rechonchas, robustas…
Color: pálido, rosado, albino, moreno, ceniza, amarillento, blanquecino, aceitoso, bronceado, tostado, oscuro, negro…
Desgastado…
Aspecto general o complexión: alto, atlético, bajo, robusto, corpulento, ligero, esbelto, delgado, débil, fuerte, gordo, ágil, deportivo, joven, canijo, barrigudo, flaco, viejo,
macizo…
Aniñado, maduro, desgarbado,
sano…
Los rasgos psíquicos para la descripción de
personas constituyen lo que se denomina etopeya. A continuación presentamos un listado de adjetivos que sirven para describir la personalidad. La mayoría de los adjetivos muestran significados
connotativos. Y podríamos clasificarlos en tres bloques: los que se refieren a las tendencias temperamentales; los que constituyen rasgos de carácter, y los que describen rasgos de la
inteligencia.
El temperamento se
muestra en los primeros meses de vida. Tiene mucho de heredado e innato. Y tiene que ver con tendencias y respuestas emocionales más o menos universales, que nos van a acompañar siempre. Algunas de
estas tendencias son: la extroversión / introversión; lo activo / lo pasivo. La primera nos lleva hacia afuera o hacia adentro; la segunda nos lleva hacia el movimiento o hacia la
quietud.
Adjetivos para el
temperamento pueden ser: extrovertido, introvertido, impulsivo, reflexivo, activo, pasivo, comunicativo, inhibido, etc.
El carácter lo
vamos elaborando a medida que crecemos, y constituye el conjunto de hábitos y reglas que adquirimos cuando interactuamos con el entorno. Es un concepto muy relacionado con la socialización y el
desarrollo madurativo. Tiene que ver con nuestro modo de actuar y reaccionar. Y se suele mover entre nuestra tendencia a establecer contacto desde la confianza o, por otro lado, la tendencia a
retirarnos desde el control.
Adjetivos para
describir el carácter pueden ser: sociable, agradable, simpático, atento, chistoso, educado, orgulloso, desconfiado, deshonesto, hipócrita, amanerado, humilde, pacífico, amable, cruel, bebedor,
etc.
La inteligencia,
que en gran medida viene con nuestros genes, se puede describir desde diferentes vertientes: desde nuestras capacidades mentales: rápido, lento, intuitivo, sensitivo, visual, auditivo,
imaginativo, reflexivo, lógico, racional, analítico, sintético, abstracto, concreto, lineal, global…; desde la formación y aprendizaje: perito, letrado, culto, experto, ignorante, inculto,
inexperto…; desde nuestras habilidades: hábil, diestro competente, inepto…
Todos los rasgos
que forjan nuestra personalidad constituyen nuestro talento. Cuanto mejor los conozcamos más saludables van a sernos.
Actividad 2:
Busca al menos tres sinónimos y tres antónimos para los siguientes
adjetivos:
Amable:
Sinónimos:
Antónimos:
Simpático:
Sinónimos:
Antónimos:
Inteligente:
Sinónimos:
Antónimos:
Actividad 3:
Elige un adjetivo para describir un rasgo de personalidad que te
resulte positivo en una persona. Y describe dos acciones posibles para ello.
Ejemplo: Generoso
Acciones: Comparte lo que tiene. Piensa en lo que pueden necesitar los
demás.
Actividad 4:
Indaga en tu familia para conocer rasgos de tu temperamento que
mostrabas en los primeros meses o años de vida. Anótalos. Y comprueba de qué manera están o no presentes ahora en tu día a día.
Actividad 5:
Elige una foto de tu infancia que te guste especialmente y que te
sientas identificado por alguna razón. No la muestres a tus compañeros.
En clase vamos a
intercambiarla con los compañeros sin saber de quién es y vamos a imaginar una historia para esa persona a la edad de 13 años. La historia hará referencia a la foto para identificar semejanzas o
diferencias.